lunes, junio 30, 2008








Erase una vez, hace mucho tiempo, en un pueblito al norte de la capital de Chile llamado Vallenar vivía una familia de clase media, donde el padre era un respetado herrero, él con su forma de ver la vida siempre estaba rodeado de personas, una de ellas era la señora Blanquita la cual en todos los San Pedro, compraba un tarro de duraznos y llamaba a Pedrito, este era uno de los hijos de este hogar y lo sentaba en su pieza y le invitaba a servirse este tan exquisito postre. Durante muchos años he tenido la imagen de esta bella persona que con todo el cariño y bondad de los seres humanos me festejaba en mi onomástico.


Durante nuestra vida siempre nos encontraremos con personas que en forma absolutamente desinteresada nos entregan su amor, ahora que ya estoy viviendo mi mayoría de edad valorizo con mayor cariño el gesto de tan especial mujer, que con toda seguridad se encuentra aún viendo como su Pedrito se comporta en esta vida terrenal.Saludos.PETER