sábado, marzo 08, 2008

ESCRITO POR FARISORI




"El Hombre está condenado a ser libre"
Jean Paul Sartre
Morir es mi mayor temor, sin ninguna duda. No quiero morir, y cuando muera no quiero sufrir. A los 5 años, un compañero me dijo que él quería morir con honor, con una espada clavada en el pecho. No así yo, que preferiría irme en un suspiro mientras duermo.
Ahora me pregunto ¿qué hacíamos dos niños, con toda una vida por delante, hablando de la muerte? Los más pesimistas dicen que la vida se resume a aquello. Sus opositores, que la vida hay que extenderla, por sobre todas las cosas... ¿hasta hacerla miserable?Cuestionarse el fin de la existencia del individuo -de su universo, su identidad- junto al origen del mismo y de toda la vida, son los temas que sustenta toda religión y corriente de pensamiento. Las primeras buscan justificaciones, a veces atolondradas. Las segundas y más racionales, en cambio, nos dan ideas de simplemente cómo vivir, obviando lo inexplicable. Apenas dan testimonios de fe, se crea un puente inmediato entre ambas, y estas últimas pierden su validez.Quiero abstraerme y generalizar, porque de la muerte se puede hablar desde mil perspectivas distintas, pasando por lo moral, lo sensitivo, lo racional, lo mundano, lo espiritual...A los físicos y biólogos les inquieta saber de la vida cuál es su causa. Pero también, como a todos nosotros, cuál es el objetivo de ella:
a) prepararnos para una post-pseudo-vida improbable?
b) desapegarnos de todo lo terrenal, para reencarnarnos en una vida mejor?
c) esperar a la muerte?
d) reunir riquezas, fama, distinciones?
e) escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol?
f) constituirnos como un eslabón más de la cadena evolutiva (eslabón, según Darwin, por cierto, prescindible)?
g) pasarlo bien?
h) acumular exhaustivamente conocimientos hasta alcanzar la sabiduría?
i) dejar el mundo mejor de cómo lo encontramos?
j) simplemente vivir?
¿O todas? O ninguna. ¿Hay más? Yo me guío por las últimas dos: la primera por razones morales, la segunda, porque creo en la autopoiesis. Pero ese soy yo, ente que a pesar de interactuar con el medio y ser parte de él, posee una identidad que lo hace único y distinguible.Y aquí entramos en las brasas: ¿qué si ninguna me satisface? así de simple, esto es probable. Un tal individuo no tiene ningún estímulo propio para vivir. Y si se hace extensivo, no veo razones para impedir que haga con su vida lo que le plazca. Lo mismo la penitencia, el esfuerzo imperecedero, el control del dolor, la paciencia y la lucha por la defensa de valores extintos. La eutanasia es una decisión válida.El egoísmo, principal factor de fracaso en una empresa tan desdichada como es quitarse la vida. La sociedad nos impone, la familia exige, los amigos critican, pero la identidad no se pierde (sólo se extravía) hasta que uno pierde su condición de persona. Y alguien que toma una decisión de esta envergadura, más que cobarde, más que depresivo, más que todo, es persona, pues ha meditado sobre cada uno de los puntos anteriores y muchos más, a su manera, consigo mismo, sin atenuantes.Pero seamos sensatos. Un desorden en nuestras facultades mentales puede llevarnos a cometer actos que escapan de nuestra racionalidad, por ende de parte importante de nuestro ser. Si todos lográsemos distinguir entre una depresión superable, y una llaga incurable, seríamos también a lo mejor capaces de distinguir entre el bien y el mal, asunto que involucra variables que desconozco. Así que de momento no hay razón definitiva en las partes. Pero de algo estoy seguro, y es que la eutanasia debiera legalizarse, y hacerse mucho más alcanzable.Saludos.PETER.